Escribí este artículo para conmemorar el precioso día de la Sagrada Familia
Preciosa fiesta la de la Sagrada Familia! Alegre, conmovedora, entrañable y cuántas veces nostálgica! Con especial cariño, recuerdo a mi familia y a tantas otras, reunidas junto al fuego de la chimenea, compartiendo la vida, a los niños explorando sus juguetes el día de los Reyes Magos o a las familias bendiciendo la mesa en la cena de Nochebuena. En este clima navideño, celebramos la Fiesta litúrgica de la Sagrada Familia.
La liturgia de esta fiesta nos recuerda aspectos fundamentales de la familia de Nazaret y nos sumerge en ese mundo de valores sobre los que debe sustentarse la familia cristiana. En la Primera lectura, el autor del Eclesiástico nos recuerda las virtudes que deben orientar nuestra vida familiar: el respeto a los mayores, la obediencia, la honra a los padres, el perdón y la comprensión. Son virtudes esenciales para la convivencia y que después completará San Pablo: la misericordia, la humildad, la bondad, en definitiva, el amor. Es el amor el sustento de la vida familiar y también el de esa gran familia que constituye el Pueblo de Dios. En el Evangelio, San Mateo nos relata la huida a Egipto desde Belén y nos presenta a Dios como Salvador de la familia. Dios salva a Jesús, su Hijo, de la persecución de Herodes, rememorando los textos del Antiguo Testamento. Pero no será Egipto, la tierra Prometida, sino Nazaret, donde Jesús pasará su infancia y su juventud. Allí crecerá y se preparará para llevar a cabo la misión encomendada por el Padre, que culminará en la cruz y en la resurrección.
Estos textos nos ofrecen un marco inigualable y unos cimientos sólidos donde fundamentar la identidad de la familia cristiana. Vivimos en una sociedad en la que la la familia cristiana se siente amenazada. Se habla de crisis, de conflictos entre padres e hijos, de familias desestructuradas y encontraríamos miles de razones que explicarían este hecho sociológico. Pero no es lo que más nos interesa aquí.
¿Cómo es la familia de Nazaret? Es una familia que vive en el amor. Es una familia que confía en Dios plenamente y que asume desde el primer momento el plan de Dios: María acepta acoger al Hijo de Dios en su vientre, José escucha y obedece a Dios sin reservas, con disponibilidad absoluta a su Voluntad. Solo así será posible la Salvación del mundo en la persona de Jesús.
Este modelo de vida que nos presenta la Sagrada familia, nos invita a vivir esa misma realidad y a reflexionar sobre los valores que sustentan a nuestras propias familias. ¿Quizá no vivimos un verdadero amor en ellas? ¿Sabemos que el amor se traduce en respeto, en generosidad, en perdón? ¿Oramos juntos en familia para escuchar su Palabra y ser fieles a la voluntad de Dios? ¿Quizá hemos basado nuestras relaciones en afectos pasajeros, en intereses ajenos a la fe, en seguridades incluso de tipo económico? ¿Nos sentimos acaso manipulados por pensamientos hostiles a la fe y a la iglesia, por afanes consumistas que basan la felicidad en el tener y no el ser?...
Estoy convencida de que hay familias que viven un amor auténtico, que comparten lo que tienen con generosidad y abnegación, que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, que rezan cada día y que tienen muy claro que sin contar con la fuerza de Dios, nos sentiremos derrotados ante cualquier proyecto que queramos iniciar en la vida.
Os invito a vivir en el amor, con la certeza de que si hacemos a Dios protagonista y dueño de nuestra historia, llegaremos a la Tierra Prometida, como el Pueblo de Israel, como Jesús. Porque solo en Dios está la Salvación y la felicidad verdadera.
